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    IGLESIAS Y CAPILLAS

    Baena, pieza clave en el sistema fronterizo andaluz, vive ahora sus días de mayor esplendor.

Baena Monumental

Iglesias y Capillas

 

Iglesias y Capillas

 

   Estuvo situado este convento en las afueras de la Villa, al N.E., entre los antiguos caminos de Luque y Alcaudete, en donde todavía queda su iglesia, ya rodeada del caserío que se ha ido extendiendo por aquella parte.

   En el año de 1527 se obtuvieron Bulas de S.S. Clemente VII por D. Pedro Fernández de Córdova, hermano del cuarto Conde de Cabra, para la creación en Baena de una Convento de la Orden de Predicadores, la que se llevó a cabo inmediatamente, siendo Provincial de Andalucía Fray Alberto de las Casas. Se eligió para levantar el edificio un terreno contiguo a cierta ermita, consagrada a San Sebastián, la cual, en el año de 1490 estaba ya destruida, y el Papa Inocencio VIII concedió indulgencia plenaria a los fieles que, con sus limosnas, ayudaran a reedificarla.

   Gozaba dicha ermita de gran fama cuando se hizo convento, porque, apenas reedificada, en el año referido, llegó a ella cierto caballero que se dirigía al Santuario de Guadalupe, en Extremadura, a cumplir un voto; y apareciéndosele la Virgen en aquel lugar, le ordenó que no siguiera adelante, pues se daba por satisfecha de su visita; pero que en acción de gracias mandara pintar allí mismo una imagen de la Señora, según en el mencionado Santuario se venera. El Caballero quiso en el acto cumplir el mandato, teniendo la suerte de tropezar con dos mancebos, quienes se ofrecieron a ejecutar la obra, y lo efectuaron con tal arte, que dejaron en el muro preciosa imagen de la Virgen, de hermoso colorido y correcto dibujo, la cual fue admiración de cuantos la vieron, no tardando en adquirir fama de milagrosa, hasta el extremo de que el Obispo D. Iñigo Manrique, se vio en el caso de mandar al Provisor, en 1495, se asesorara respecto a los muchos milagros que se decía obraba la Virgen, ordenando a los párrocos administradores, con tal motivo, los sacramentos de Penitencia y Comunión entre sus feligreses.

   Establecida la nueva comunidad, entre la que figuraron algunos hijos y parientes de los Condes de Cabra, se alzó junto a la ermita espaciosa iglesia, e incluida en su fábrica quedó aquella como capilla; pero cuadrando mal al orden del edificio la posición en que resultaba, se pensó en reformarla, tratando de vencer las dificultades que ofrecía el cortar y remover el muro donde la Virgen estaba pintada, lo cual dio ocasión a impaciencias y cavilaciones del alarife Benito de Mora, encargado de las obras, quien temía un desmoronamiento de la tapia que ocasionara la destrucción completa de la imagen. Coincidió con esto un ataque de parálisis que sorprendió al dicho alarife y obligó a suspender la obra por siete años, hasta el de 1617; recobró entonces aquél la salud, cosa que se tuvo por milagrosa, a causa de haber ofrecido antes a la Virgen que si lograba tal beneficio por su intercesión, no vacilaría en trasladar su imagen. Como lo efectuó seguidamente con toda felicidad, siendo Guardián del Convento Fray Andrés de Molina. Así se refería en unas antiguas tablas colocadas en la capilla de la Virgen, y que por su mal estado fueron retiradas de allí en 1858, dejando en su lugar copias literales de los escrito en ellas, hechas por D. Alonso Gilavert, y también lo confirma el tantas veces citado poeta Miguel de Colodrero en la siguiente composición que copiamos de su obra Divinos versos o Cármenes Sagrados.

   DON DIEGO SANCHEZ PORTOCARRERO, Caballero de la Orden de Santiago, Administrador de Millones de las Villas de Cabra y Baena, y sus partidos,  por su Majestad, Regidor perpetuo del señorío de Molina, Capitán y Caudillo de su gente de guerra antigua.

   A LA MILAGROSA IMAGEN DE Nª Señora de Guadalupe de Baena, y a su Capilla, edificada por Benito de Mora, por un milagro a que dio motivo el arrepentimiento de una impaciencia suya en  la fábrica, y mudanza de la imagen.

 

SONETO 

Que al primer Guadalupe este que adoro

sino en pompa en prodigios ha igualado

ya que vivientes lenguas no han bastado

las paredes lo dicen con decoro.

 

Entre antorchas de plata y luces de oro

se suspenda mi plectro mal templado,

por mi delito, si, desconcertado,

por tu milagro, ¡oh Virgen, si canoro!

 

Ya de un apóstol nos valió la duda

más que el creer de muchos, pues con ella

tocó la fe el milagro más divino.

 

¡Oh cuánto, Mora, tu impaciencia ayuda

la devoción de aquella imagen bella

pues a tantos milagros dio camino!
 

   Siguió la comunidad de dominicos establecida en su convento sin contrariedades notables ni sucesos dignos de mención, hasta las inesperadas expulsiones impuestas por la invasión francesa en 1810 y la Constitución de 1820; ambas pasaron brevemente, y los frailes volvieron a poseer sus bienes y su convento hasta la expulsión general en 1835. El edificio tuvo después varias aplicaciones, según el tiempo y las ocasiones demandaban, hasta que fue derribado en 1855, conservándose la iglesia. Esta es, cual queda dicho, espaciosa, de una sola larga y elevada nave ojival, y nada ofrece de particular en su construcción, salvo alguna reja de las capillas del lado del Evangelio, que siendo obra del siglo XVI, se atemperan en su disposición al gusto plateresco.

   Levantose el pavimento de la capilla mayor sobre algunas gradas que cortan por desdicha la estimable lápida sepulcral del enterramiento de los Condes de Luque, y en cuyas últimas líneas, de bella letra alemana, se ve la fecha de 1540; ofrece esta capilla muy interesante artesonado mudéjar de vistosos casetones formando estrellas, cuyos lechos o tablas de fondo, pintadas de azul sobre rojo, llevan ya dibujos platerescos, con lo cual revelan el prestigio de la tradición mudéjar que hemos reconocido en varias partes del Convento de Madre de Dios: pende del centro de la techumbre hermoso cupulino dorado de estalactitas, rodeado de otros ocho menores, que dan gran suntuosidad al conjunto, a lo cual contribuye la característica labro de las pechinas por medio de las cuales el cuadrado de la planta de esta capilla se transforma en un octógono, que es la figura que artesón afecta.

   Grandioso retablo dorado y majestuoso, obra del siglo XVII, cubre todo el fondo de la capilla, y en al altar destaca la imagen de la Virgen con el Niño: a los lados hay dos tallas de Santo Domingo y Santo Tomás, ambas medianas, y en la parte superior un cuadro, bastante deteriorado y de mediana factura, en que aparece Jesucristo en actitud de arrojar un rayo a la tierra; a su lado la Virgen, y al pie dos devotos religiosos en oración, con los brazos extendidos como si pretendieran detener los efectos de la cólera divina: un lienzo, sin marco, en el lado de la Epístola, representa San Gonzalo de Amarante, siendo obra de muy escaso mérito.

   En el muro del lado de la Epístola hay cinco altares, el primero de los cuales tiene una regular escultura de San Pedro mártir, y encima un cuadro que representa la Virgen con el Niño, figurando a su derecha San José y a la izquierda Santa Ana; el segundo, con una imagen de San Vicente Ferrer, mediana, y sobre ella un lienzo con la Virgen y el Niño en sus brazos; el tercero con la imagen de la Virgen de la Encarnación, obra de poco mérito, y encima un cuadro que representa la Sagrada Familia; presenta el cuarto un lienzo de Jesús Crucificado, llamado de la Buena Muerte, y a sus lados San Pedro y San Pablo, y el quinto además de la imagen de San Sebastián, que se dice perteneció a la antigua ermita, ostenta dos pinturas al fresco de San Antón y San Blas. Sobre la puerta del patio, se distingue un cuadro en la cual la Virgen impone a San Ildefonso la celestial casulla, escena que algunos ángeles presencian.

Al lado del Evangelio se encuentra, en primer término, un altar con la Virgen del Carmen, pintura moderna de escaso interés; otro altar, después con una pequeña escultura de barro del Niño de la Salud, y encima un cuadrito con Jesús Crucificado, la Virgen y San Juan a los lados, y la Magdalena a los pies, todo ello de mediana factura, y por último, otro altar con una menos que mediana efigie de Santa Rosa.

 

Capilla de la Virgen del Rosario

 


   Tiene un camerín con la imagen de la Virgen dicha, escultura muy aceptable, aunque retocada por inhábiles manos, con lo que ha perdido bastante. La reina Dª Isabel II se inscribió como hermana mayor de la Cofradía de esta Virgen en 1857, y envió para ella con el Conde de Catres una corona, un cetro, un rosario y una media luna de plata: el mismo año se inscribieron también como hermanos de esta Cofradía el rey D. Francisco de Asís y la princesa de Asturias. Los cuadros que tiene esta capilla representan San Francisco, Santo Domingo, un apostolado y la Virgen de los Dolores, pinturas todas dignas de aprecio; además dos lienzos con Jesús y la Virgen, muy regulares, y en la parte superior del retablo principal un cuadro con un Crucifijo. En dos altares colaterales aparecen Santo Tomás y San Cayetano, esculturas menos que medianas, y en le frontal del altar de la Virgen, que es mármol de Cabra, hay esta inscripción:

LO DIO DON LVCAS DE LEÓN Y SALAS

 

Capilla de Santo Domingo

 

   Figura en sitio preferente del altar la imagen del santo, de poca estima. En la antecapilla, que revela mayor antigüedad, hay esta inscripción sobre la puerta de entrada: “Acabose siendo hermano Mayor D. Pedro de Padilla y Mayordomo Cristóbal de Salas.- Año de 1634.

   Guardados en alacenas se conservan dos estandartes, uno blanco con medallón en el centro representando la Virgen del Rosario, pintura delicada, de buen dibujo y colorido, y otro rojo, con la Virgen  y Santo Domingo, obra primorosa de no común mérito.

 

Capilla de Ntra. Sra. de Guadalupe

 

   Enriquece y autoriza sobre modo esta interesante capilla, soberbio artesonado dorado y pintado, de tracería mudéjar, como el de la capilla mayor, el cual ostenta la inscripción siguiente:

 


 

Este techo se doró y pintó a devoción

de Juan Arrabal Javalquinto

Año de 1752

   Suntuoso es el retablo, cubierto de relieves y fantasías propias del período de la decadencia (siglo XVII), guardando en la hornacina central, cerrada de cristales, la imagen venerada de la Virgen de Guadalupe con el Niño en brazos, pintada al fresco sobre el muro. Inspirada esta pintura en las tradiciones pictóricas de los tiempos anteriores, parece haber sido repintada después, y acerca de ella existe la tradición que ya hemos narrado, aunque no se compagine bien la fecha de su traslación con la de la construcción de la capilla, que es a todas luces muy anterior, pues corresponde, como menos, a principios del siglo XVI. Hay también en esta capilla dos cuadritos buenos en cristal, representando la Adoración de los Reyes y la de los Pastores.

 

Capilla de San José

 

Guarda la imagen de este santo y otra de la Virgen, ambas de escasa valía.

 

Capilla de Jesús del Calvario

 

En el camerín ofrece a la adoración la imagen del Señor en la cruz, obra antigua y no falta de mérito: a sus lados hay otras imágenes de la Virgen de la Soledad, San Juan y la Magdalena, todas medianas, y un Niño Jesús llamado del Dulce Nombre, que en nada aventaja a las anteriores. De las paredes penden cuatro cuadritos, dos de los cuales son representaciones de la Virgen, y los otros dos de unas santas mártires.